. España se quedará descolgada de la industria del automóvil al implantar una tecnología que hoy está en manos de los japoneses
. El actual sistema eléctrico no está preparado para asumir un parque completamente eléctrico
. El coche se encarecerá hasta convertirse nuevamente en un bien de lujo limitado a ciertas capas sociales, retrocediendo en la democratización de la movilidad que tanto costo conseguir
La Asociación Nacional de Comerciantes de Vehículos (Ancove) entiende que la medida anunciada por Pedro Sánchez de que se prohibirá la venta de vehículos con propulsión a gasolina y diésel a partir de 2040 y su circulación en 2050 es imposible de cumplir. Por este motivo, Ancove solicita del Gobierno un debate sosegado con el sector de la automoción que incluya también a los compraventas, responsables de que el mercado de ocasión fluya por canales legales y favorezca la retirada de las carreteras de los vehículos más contaminantes.
“En muchas ocasiones, los políticos viven más en el mundo de los deseos que de las realidades. El anuncio del presidente del Gobierno de prohibir la venta de vehículos movidos por combustibles fósiles a partir de 2040 es un canto de sirenas, pues se exige a los fabricantes que sean capaces de desarrollar una tecnología a unos precios que hoy están lejos de ser capaces de poner en el mercado”, declara Elías Iglesias, presidente de Ancove.
Desde Ancove se quieren hacer notar algunas cuestiones que ponen en duda que la prohibición de la combustión sea factible en los plazos establecidos:
. El sistema eléctrico actual, según reconoce Red Eléctrica Española, es capaz de asumir en su configuración actual una parque de 6 millones de vehículos eléctricos como mucho. Actualmente hay un parque de 30 millones, lo que supone que habrá que aumentar la generación eléctrica, con el consiguiente impacto ambiental y visual si se opta por energías alternativas, con una capacidad de generación limitada por el espacio que precisa la energía eólica y la solar. Sería pues preciso acudir a otras fuentes como la nuclear, que no genera contaminación, pero que tiene una gran contestación por su seguridad.
. La movilidad de mercancías a grandes distancias no sería eficiente mediante una propulsión eléctrica, pues exigiría baterías de más de 200 kilovatios/hora, lo que obligaría a establecer una red de puntos de carga superrápida que en muchos sitió no sería factible con la actual red eléctrica. Eso exige un cambio que costaría muchísimos millones de euros. Para los camiones que circulan fuera de las ciudades, tiene sentido otros combustibles, que gracias a la tecnología podrían tener unos efectos muy limitados sobre el medio ambiente.
. La tecnología de las baterías está hoy mayoritariamente en manos de productores asiáticos, especialmente japoneses aunque también chinos. No debemos olvidar que las empresas de móviles han ganado ventaja en el desarrollo de esta tecnología, lo que explica la posición de los fabricantes nipones en los coches eléctricos. Europa se quedará descolgada de esta carrera y exigirá a las empresas de automoción unas inversiones multimillonarias para poder seguir la estela de sus competidores japoneses.
. En consecuencia, la movilidad se encarecerá tanto por el coste de los nuevos vehículos, pero también por la nueva infraestructura y generación eléctrica que requeriría un parque totalmente eléctrico, con unas inversiones ingentes que las empresas eléctricas repercutirán sobre el precio de la electricidad. Todo ello, hará que el vehículo, que tanto costó popularizar, se volverá a convertir en un bien solo accesible a las capas sociales más altas.